BIZCOCHO PARA LA VIDA.

(Inma - Miguel Ángel Mesa)

 Ingredientes imprescindibles: 


  • 12 cucharadas soperas de cariño. (Ni una más ni una menos, si no, se podría cortar y os estropearía el postre). 
  • 11 cucharadas de abrazos. (Pequeñas, de café; pensar que es una por persona, de la marca “Pechito con pechito”; se ha comprobado científicamente que una cucharadita de abrazo al día, como mínimo, te da fuerza para emprender con ánimo el nuevo día). 
  • 10 gramos de amabilidad. (Es un ingrediente que endulza la vida, no engorda y nos hace sentir bien). 
  •  9 pizcas de generosidad. (Ayuda a echar una mano cuando te necesitan, a no escurrir el bulto, a descubrir que te sientes mejor al dar que al recibir). 
  •  8 cucharadas grandes de tolerancia. (Bien cumpliditas; utilizar tolerancia de marca, no de la de cumplir; ayuda a combatir los virus de la intransigencia, la obcecación y la tozudez). 
  •  7 tacitas pequeñas de diálogo. (No es algo que se encuentre con facilidad en el mercado, ni habitualmente en nuestras casas, pero le dará consistencia y buena presencia al bizcocho). 
  •  6 puñados de harina, marca “alegría”. (Imprescindible para que resulte con gracia; no quitar los posos del contento, el gozo ni de la animación: dan un sabor muy agradable). 
  •  5 puñados de semillas de esperanza. (No pasa nada si se equivoca uno y echa alguno más, siempre es mejor que sobre, que no que falte). 
  •  4 cucharaditas de convivencia. (Pero que sea de calidad; ni una más, ni una menos, lo justo, porque si no, nos empachará). 
  •  3 chupitos de orujo de hierbas, gallego, marca “simpatía”. (Al meterlo en el horno el alcohol se evapora, pero lo deja todo empapado con su sabor y quien lo prueba le encanta y pide la receta para hacerlo cada semana). 
  • 2 cucharadas cumplidas de cuidado. (También es imprescindible este ingrediente, sin él, el bizcocho se echará a perder, pero no echar más de la cuenta, porque se puede estropear por exceso de agobio). 
  •  1 dedito de perdón. (Puede ser a lo ancho o a lo largo, según se necesite; vital para que el bizcocho se pueda comer en cordialidad y placer, sin el perdón se agriará y no se podrá degustar en común). 

Mezclarlo todo con salero y añadir un buen chorro de humor (que lo endulza bastante y deja un muy buen sabor de boca). Espolvorear con generosidad amor glasé, que le dará una presencia deliciosa y añadir chocolate puro de ternura. ¡Ah! y adornarlo con unas guindas de sinceridad, color rojo-pasión. Hornearlo a fuego lento, para que no se queme y adquiera la consistencia deseada, así os durará bastante. Quienes lo prueban repiten y se les queda un regusto de felicidad.